4 may 2008

Las Representaciones Sociales y el Sentido de Identidad


Las representaciones sociales van marcando el camino que lleva la interacción del individuo con su medio. Es a partir de dichas representaciones que la persona tiene acceso a diversos privilegios; que se apropia del uso del poder, dependiendo del nivel que, la representación en donde se encuentre ubicado, le permita tener; pero sobre todo es la representación social la línea divisoria entre personas y, en muchos sentidos, precursora de estratificaciones y discriminación.

Vivimos atados como seres en sociedad y necesitados de interacciones complejas (complejas en cuanto a su característica interacción simbólica: lenguaje en general, modismos, formas de vestir y de diferenciarse, etc., todo girando alrededor de una reafirmación de si mismo como parte de un subconjunto del complejo social) que ejerciten nuestro evolucionado cerebro que por miles de años ha desarrollado millones de nuevas interconexiones e interpretaciones de lo que sucede alrededor. En resumen, es gracias a nuestra complejidad cerebral que buscamos interacciones también complejas. Cuando miramos alrededor y llegamos a tener conciencia del lugar donde vivimos podemos caer en la cuenta de que ya no basta con decir: “soy Lalo”, “Mi mamá es Margarita”, “Mi papá Gerardo”, “Vivo en…”, “Voy a la escuela”, etc., respuestas típicas de un niño cuando se le pregunta acerca de quién es él. Ya no basta con estas referencias que en mucho se alejan de si mismo y ponen su mira en quienes y lo que rodea, al pasar a la adolescencia los sentidos de pertenencia ya sea que se amplíen o se reduzcan pero, sin lugar a dudas, se transforman. Este sentido de pertenencia es la llamada Identidad Social.

Dentro de la Psicología Social específicamente, el abordaje de la Identidad Social se ha desarrollado desde las distintas teorías que han referido el carácter social de la identidad como un fenómeno que requiere de otro para su construcción; en éste sentido, el grupo de pertenencia se vuelve el contexto fundamental desde el cual se levanta la Identidad Social1.

Es aquí donde se enlazan ambos conceptos referidos en el titulo del presente ensayo, Representación Social e Identidad. Delimitemos solo a la Identidad Social ya que diversos autores postulan a la Identidad también en el sentido subjetivo que el individuo le de a las experiencias sociales y que, sin embargo, no tienen tanto que ver con su connotación social como con las consecuencias percibidas por el individuo; por ejemplo una persona con sobrepeso no siempre se sentirá mal con su cuerpo y habrá quien incluso disfrute de ese cuerpo, rompiendo así el peso social de la identidad, entonces hablemos solo de los valores Sociales que influyen en la identidad.

Aun falta hablar de las representaciones sociales. La representación social podría ser definida como el “conjunto de ideas compartidas por una sociedad alrededor de un tema y que son difíciles de modificar; definiciones social y culturalmente acreditadas. Ideas que imponen una lógica, lo cual, aunque no siempre sean verdades, tiene consecuencias reales. Suelen hacerse implícitas y cotidianas y son acordes a la sociedad vigente y sus pautas de crianza”2.

El Individuo, retomando las ideas de párrafos anteriores descubre su necesidad de redefinirse, ya no basta con ser hijo de alguien, que vive en “x” dirección, esto, al llegar a la adolescencia (evidentemente desde antes empiezan los ensayos al respecto) es insuficiente a tal grado que el sujeto debe buscar características de la sociedad que lo hagan sentirse incluido en ésta. Y aquí empieza la verdadera carrera por convertirse en un Yo diferenciado, por delimitar la personalidad propia y, por lo tanto, formular la Identidad hacia el lugar y tiempo que vive.

Todo esto llega, como es lógico, con las perspectivas que la sociedad tiene de si misma. El adolescente no verá al mundo de modo objetivo e imparcial (y es que siendo sinceros, aunque muchos, sobre todo los científicos, lo intenten, la verdad es que muy pocas veces somos objetivos al pensar y menos al actuar, al menos no en la primera impresión, en el primer contacto). La sociedad, que es la gente que lo rodea, pares y adultos (ya que generalmente nadie voltea hacia niveles inferiores, me refiero solo a la edad, claro está), tendrán ya una idea de lo que es la vida lista para vendérsela al adolescente. La idea de los pares, generalmente, la más atractiva y la de los adultos la posibilidad por si la otra no funciona… y comienza el comercio de representaciones sociales, donde el adolescente se mete en el juego de elegir una o varias de éstas representaciones.

“Los adultos son aburridos”, “El sexo es malo pero divertido”, “Si no estudias no podrás avanzar en la vida”, “Las mujeres son lloronas”, “Los hombre son agresivos”, “Las drogas destruyen”, “Las drogas divierten”, “Fumar daña y te hace ver más grande”, cientos de representaciones que giran en torno al individuo que busca ampliar su contexto social y por lo tanto sentirse parte de una nueva comunidad. Y como hace el niño al encontrarse con un nuevo objeto, el adolescente juega con cada una de estas representaciones, actuando con ellas, apropiándose de algunas, desechando otras, buscando los pros y contras, todo esto en torno a esa búsqueda de Identidad. Es claro que ya desde niño ha aprehendido ciertas posturas que el adulto impuso y que no descartará y, a veces, ni pondrá en duda (el rojo es rojo y suele resultar intrascendente para muchos el pensar porque no fue otra cosa). Entonces recorre a lo largo de esta etapa de búsqueda un camino hacia la integración con su medio, hacia su adaptación. Por eso es que llaman al adolescente rebelde, aunque su rebeldía no es en ningún sentido infundada, el conflicto de ésta etapa es el impulsor de la Identidad. Hace pocos días leía en una revista de psicología Gestáltica (la revista se llama Mente Sana, auque no recuerdo el numero de ejemplar) que un adolescente obediente y recatado es regularmente quien sufrirá con mayor fuerza la etapa adulta en contraposición con aquel irreverente y a veces irrespetuoso “niño rebelde”.

Entonces después de todo esto se llega a la edad (psicológica y cronológica) en que se es adulto, y nuevamente la sociedad aprieta, exige al individuo actitudes, aptitudes y conductas propias de las esperadas por el adulto. Las responsabilidades de éstas etapas se tornan más específicas y nuevas representaciones saltan a la vista. Ya para éste tiempo el individuo ha aprendido ciertas formas de dirigirse a la gente, estilos de afrontamiento (Lazarus, 1991) le llaman algunos autores de psicología cognitivo-conductual. Las representaciones que rondan al individuo adulto ejercen las exigencias antes mencionada. Es así que se va completando el ciclo social que el ser humano vive y se creó para vivir en sociedad.

“Si a los 30 años no te has casado, pues te estás quedando a vestir santos”, “¡Tienes 28 y aún vives con tus papás!, no seas mantenido”, “A los 50 años ya vas en retroceso”, otros tantos cientos de representaciones que motivan al individuo a darse prisa para cumplir lo que se espera que llegue a hacer (y a ser) y que además lo delimitan en el marco de una identidad específica. Resulta extraño por ejemplo, aunque si lo preguntas no hay respuestas objetivas, el que una persona de, digamos 30 años, se pose a descansar sobre la rama de un árbol, en lo alto. La gente al pasar se extrañaría y seguramente alguna que otra se acercaría a preguntar si le ocurre algo; cosa que no pasa cuando vemos a un niño de 10 haciendo lo mismo. O hablando de genero, las niñas de 8 años que van tomadas de la mano mientras caminan por la calle a diferencia de las mujeres de 25, por ejemplo, evidentemente las reacciones ante estas dos parejas son muy diferentes (por no hablar de un ejemplo con hombres, que sería aún peor para la gente que los viera).
Retomando, el ciclo se completa, el individuo que entra a la vida de adulto interioriza las representaciones propias de su sociedad, se identifica con ellas, las acomoda a su vida y, después de su camino de búsqueda, se convierte en el adulto que proporciona las representaciones aprendidas a las nuevas generaciones.

Es aquí donde termino el ensayo, en la idea de este ciclo, se dice que en estos tiempos se van perdiendo los valores, que las nuevas generaciones se encuentran descarriadas (de repente la imagen de nosotros como borregos me causa gracia) y sumida en individualidades y egoísmos. La verdad de esto solo tiene dicha interpretación cuando se compara esta época por encima sin ver el contexto general. Un pensamiento en mayor medida alentador sería pensar en estas nuevas generaciones como capaces (debido en gran parte a la posibilidad que el adulto permite y permitió) de debatir acerca de lo que ya esta escrito, acerca de las representaciones preestablecidas. Cuando la gente habla de la falta de valores me queda un mal sabor de boca al pensar que, el trasfondo de los pensamientos de estas personas, adultos en su mayoría, es que se dan cuenta de lo difícil que es poner límites a la juventud que viene naciendo en estos días. Se quejan de la nueva generación como te puedes quejar de la sopa fría del restaurant, pero se les olvida que en la vida en sociedad nada nace de improviso, sin un escalón previo. En la historia de la humanidad no hay grandes vuelos, solo escalones que se cruzan poco a poco, algunos más grandes que otros pero siempre con cimientos en un escalón anterior. Entonces la sopa fría y “sin valores” de esta juventud, en la cual me incluyo (hablando de identidades sociales) no se creó en el restaurant de un mundo ajeno, es parte de la comida hecha en casa. Antes bien, el orgullo del adulto actual sería el pensar que somos el inicio de próximas generaciones con pensamientos críticos, de próximas generaciones revolucionarias (ya que la revolución significa cambio). El adulto debería interesarse más en dar herramientas suficientes para que el joven construya su próximo mundo y dejar de resistirse al cambio. Nietzsche3 dijo, y no me canso de repetirlo, que para que nazca el superhombre ha de ser necesario quebrar la antigua tabla de valores, formar una nueva que esté más cerca de lo natural...



Referencias:
  1. Identidad Social Colectiva y su vinculación con el Sentido de Comunidad de los Miembros Estables del Centro de Investigación Escénica “Akí Okupa”; www.psicodocumentosudd.cl/download.php?idDocumento=3390; Pag. 9
  2. Apuntes de clase, Factores Sociales del Desarrollo Humano, 1er semestre Psicología, UAA, Maestra Maria Estela Esquivel Reyna.
  3. Así habló Zaratustra; F. Nietzsche; Editores Mexicanos Unidos; 5ª Edición (1986)